La hospitalidad radical puede ser una forma de construir en la acción el pluralismo radical.
No se trata de construir desarrollos alternativos, sino de reconocer la diversidad de formas de vivir bien. Apostar por el ejercicio libre de determinar las propias maneras de vivir bien.
No porque no nos demos cuenta que un proceso comunitario esté representando esperanza en este momento no significa que no esté ocurriendo.
Mapear los procesos de resistencia o de esperanza es un proceso que no siempre se puede dar. A veces hay procesos chiquitos y “aislados” y que no conocemos, pero ahí están.
Revolución silenciosa de estos procesos. Hay que abrirnos y conocerlos.
No caer en la linealidad de antes, durante y después del desarrollo. Es una ficción. El desarrollo nunca ha existido, ha sido una invención ideológica.
No hay tanto post-desarrollo, sino una eterna resistencia, eterna re-existencia, resilencia, que se parecen mucho a la hospitalidad radical.
Dialogar con los indialogables e indialogantes. ¿Cómo movernos de las racionalidades hacia necesidades y motivaciones? Cómo los zapatistas ante la necesidad de sobrevivir, se replantean sus necesidades y motivaciones.
Cuando abrimos la Unitierra en el 2000 y estábamos dialogando con diversos actores, barrios, maestros; regresábamos frustrados cuando no se nos entendía. Gustavo decía ustedes no van a convencer a alguien, sino conmover al otro a través de los actos, así inspirar caminando con lxs otrxs.
Los momentos de desánimo cuando intentamos comprender a los indialogables.
En la obra de Gustavo, la reflexión en torno al postdesarrollo conecta con todos sus demás temas.
Caemos en un error si asumimos que ya estamos “del otro lado”. Siempre hay que estarnos replanteando, autocriticando, reconociendo que también estamos en eso que criticamos.
Reconocer nuestras contradicciones para trabajarlas desde lo pequeño.
Cuando se está en un barco, no importa por donde uno se mueva, el barco sigue su rumbo. ¿Nos hemos bajado del barco del desarrollo o seguimos ahí y simplemente creemos que nos bajamos porque caminamos dentro de él de forma “diferente”?
Mantener la mirada relacional y de red tanto en la parte opresora como emancipatoria.
Los sistemas de opresión están en la cotidianidad.
Rastrear nuestras propias transformaciones, como vimos en la obra de Gustavo en la diferencia entre su obra de los 60 y las más actuales.
Bajar a la cotidianidad esto que soñamos. Llevarlo al día a día.
¿Qué hacemos quienes hemos nacido en el mito del desarrollo?
El pensamiento de Gustavo es intergeneracional, le dice algo a personas de muchas generaciones.
Aunque el desarrollo sea un “mito”, tiene efectos muy concretos en la realidad. ¿Cómo despertar de estos mitos?
La crítica del desarrollo arroja luz a la llamada “crisis civilizatoria”. Tal vez no se ha racionalizado o reflexionado desde estos términos, pero sí se siente y se expresa con otras palabras y narrativas. En nuestros propios cuerpos y vidas experimentamos estos malestares.
Visibilizar el pluriverso, las múltiples formas en que ya se vive, es esperanzador, especialmente para generaciones más jóvenes y también posibilita diálogos con otros mundos.
Frente al continuum de crueldad y de violencias, el continuum de resistencias y de re-existencias
El desarrollo es camaleónico